No siempre es necesario preocuparse de las plagas de roedores, a veces nos pueden salvar...
SIN BARRERAS
Augusto había logrado cerrarle el
paso al roedor y hacer que se saliera de su casa. Toda la colonia estaba
infestada de ratones, eran una plaga y una pesadilla para el vecindario. Y como
era una zona de bajos recursos, el gobierno no le interesaba poner cartas en el
asunto argumentando que había mucha basura en las calles, y el exceso de casas
sucias con cosas viejas almacenadas, les hacía muy difícil el trabajo. A pesar
de que todas las casas tenían selladas puertas y ventanas, nunca faltaban los
animalejos que se colaban y hacían de las suyas en los hogares.
Así como el que acababa de correr
Augusto, tras fallarle las trampas y los venenos. Correteó un poco al roedor
afuera para que no se le fuera a regresar, hasta que vio que se daba la vuelta
en la esquina. Por curiosidad lo siguió para ver a donde terminaba, pensó que
se metería entre algún arbusto o en una coladera, pero fue a parar al único
lugar que no tenía protección contra los roedores: La casa de la señora Greta.
La cual tenía un espacio lo suficientemente amplio entre el piso y el inicio
del marco de la puerta, como para que entraran infinidad de roedores.